Lehendakari José Antonio Ardanza. In memoriam


Incluye dos artículos sobre la figura del lehendakari Ardanza:

  • Entre sentimientos de despedida y reencuentro permanente de Josu Legarreta
  • El lehendakari que se necesitaba de Luis Javier Pérez

Hay personas que forjan el destino de un país. Es verdad que en muchas ocasiones a través de la violencia. Pero hay sociedades que tiene la suerte de encontrarse con líderes que lo hacen a través del diálogo, la buena gestión y la capacidad de tejer acuerdos. El Lehendakari Ardanza formaba parte de ese segundo grupo.

Fue una suerte que el azar, y unas circunstancias políticas complicadas, pusiera al frente del Gobierno Vasco a una persona de sus cualidades y aptitudes, en lo que fueron uno de los momentos más oscuros de los últimos siglos de la historia del País Vasco. Solo comparables al desastre que supuso la imposición de la República jacobina francesa en la Euzkadi continental, las guerras carlistas que arruinaron la Euzkadi peninsular y acabaron con sus libertades a golpe de bayoneta, o la sublevación franquista y sus 40 años de dictadura.

Como nos explican los textos que recogemos en este artículo de recuerdo y homenaje al lehendakari Ardanza, a éste le tocó, sin que él lo pidiera o quisiera, dirigir la Comunidad Autónoma del País Vasco (CAPV), es decir la parte más poblada e industrial de Euzkadi, en unos tiempos de gran dificultad y zozobra. Cuando su partido, EAJ-PNV, le dijo que esa iba a ser su responsabilidad, lo asumió y lideró una de las más importantes transformaciones y recuperaciones que se ha dado en una eurorregión. Y lo hizo sin prepotencia, sin protagonismos. Siempre con un perfil dialogante y componedor, profundamente democrático y defensor de los derechos humanos de todas las personas, que ha hecho que con el tiempo su figura haya sido valorada incluso por los que hace 25 años le consideraban un enemigo a eliminar.

Como se puede comprobar en el texto de Josu Legarreta, que formó parte de su equipo más cercano durante toda su etapa como lehendakari, su mirada y su preocupación sobre lo más próximo, no le hizo olvidarse de dos aspectos fundamentales en los que tuvo un enorme éxito: la creación de un tejido de contactos y relaciones internacionales y la atención a la comunidad vasca repartida por el mundo.

En esa última faceta es en la que la Hermandad de Nuestra Señora de Aránzazu tuvo mayor contacto con él y con su equipo dedicado a mantener y crear vínculos con esa comunidad vasca dispersa desde hace siglos, como es nuestro caso, fuera de Euzkadi.

Paco Igartua conversa con el lehendakari Ardanza en el primer Congreso Mundial de Colectividades Vascas
Paco Igartua conversa con el lehendakari Ardanza en el primer Congreso Mundial de Colectividades Vascas

Tanto es su etapa como lehendakari como posteriormente, su atención a nuestra agrupación fue exquisita. Invitó a nuestro querido Francisco «Paco» Igartua a los dos primeros Congresos Mundiales de las Colectividades Vascas, donde nuestro periodista vasco-peruano tuvo un papel de gran relevancia. Y tal como recuerda Josu Legarreta en su texto, siempre estuvo dispuesto a colaborar con nosotros.

Nunca es fácil decir adiós a un amigo y a un líder admirado entre cuyos logros se encuentra el haber puesto las bases de la CAPV que conocemos y que, con todas las puntualizaciones que queramos hacer, debe llenarnos de orgullo.

A pesar de tener un perfil muy diferente al lehendakari Aguirre, en ambos se puede observar una profunda coincidencia en lo esencial: el amor a la democracia, la paz, a la justicia social y a Euzkadi. Además de una inagotable capacidad de trabajo.

Ambos, por razones sobrevenidas, tuvieron que liderar gobiernos de coalición. Pero eso no lo vieron como un problema, sino como una oportunidad y a través de esa capacidad de entender al otro que demostraron, sacaron lo mejor de todos por el bien de Euzkadi, es decir por el bien de las personas que forman nuestro país.

Lehendakari, Agur eta Ohore.


ENTRE SENTIMIENTOS DE DESPEDIDA Y REENCUENTRO PERMANENTE

Josu Legarreta

Querido Lehendakari José Antonio Ardanza:

Ayer recibí la triste noticia de tu fallecimiento. Tenía conocimiento personal de tu delicado estado de salud por la conversación telefónica que mantuvimos el pasado mes de noviembre en la que me solicitabas te redactara un texto, breve, en recuerdo de la batalla de Ayacucho por la que las colonias españolas de América lograron la independencia y en homenaje al gran periodista vasco-peruano D. Francisco Igartua (Paco, para los amigos). 

Fue una conversación breve, interrumpida varias veces por tus dificultades en la respiración. Pero cuando retobábamos la conversación con una nueva llamada, me dejabas nuevos mensajes: deseabas dirigir tu mensaje de felicitación a PERÚ con un escrito dirigido al máximo representante de su Gobierno, exponiendo el orgullo que sentías por la acogida que este País ha brindado siempre a los vascos y vascas y por la actitud de agradecimiento con que Euskadi ha querido corresponder desde el programa de solidaridad internacional del Gobierno Vasco, siendo durante los 14 años de tu presidencia uno de los países que ha contado con mayor financiación de proyectos de cooperación y ayuda humanitaria.

En este mismo sentido me comentaste que deseabas remitir tu escrito a través de la Hermandad Nuestra Señora de Aránzazu por el honor que suponía para ti como Lehendakari y como vasco que los socios de esta institución y de su Euskal Etxea fueran la primera colectividad en brindar su colaboración al Gobierno para la conmemoración de la independencia del País.

El conocimiento de tu fallecimiento ha removido mi memoria y ha alterado mi estado de ánimo recordando tus comentarios, pensando al mismo tiempo que quizás he sido uno de los últimos en la colaboración de tus gestiones de relaciones internacionales. Sí, la noticia me ha entristecido profundamente, pero me ha motivado a la exposición de algunos sentimientos para que los recuerdos redactados me ayuden a recordarte VIVO.

Pero al inicio de este mi objetivo, usando tus propias palabras cuando expusiste tu opinión sobre el lehendakari Aguirre, “sentí un cierto temor reverencial porque siempre me he acercado a tu figura con admiración, respeto y gratitud”, incluso cuando tuviste que tomar una decisión ante una denuncia malintencionada y sin fundamento alguno contra mi persona acusándome de estar implicado en negocios inmobiliarios. Sí, hiciste lo que procedía, y por respeto a lo que representabas, nunca supiste ni notaste de que tenía conocimiento de lo que ordenaste al respecto.

Pero, querido Lehendakari, en estas confesiones de última hora, quisiera recurrir a tiempos más lejanos: mi primera comunicación, escrita, contigo data de los inicios de tu nombramiento de Lehendakari; recordaba con dolor la actitud de algunos militantes de Herri Batasuna que en los años de alcalde de

Arrasate/Mondragón acudían a tu domicilio en manifestación con eslóganes como “Ardanza, cabrón, sal al balcón” y “Ardanza, cabrón, irás al paredón”. En aquellas fechas y posteriores en que ETA mantenía actuaciones de violencia extrema, contaste siempre con una gran “leal amiga y esposa”, tu Mari Glori, que asumió todos riesgos que conllevaba ser la primera dama de Euskadi, reservando su derecho a proseguir trabajando en su oficio de profesora. Esta su actitud me motivó a escribir en euskera un artículo periodístico felicitándola por su compromiso con Euskadi, participando en programas y actos políticos que se organizaran después de su horario laboral en el centro educativo.

En 1986 tuve el honor de ser nombrado Director de Promoción del Euskera del Departamento (Ministerio) de Cultura y Turismo del Gobierno Vasco. Ahí conocí a tu asesor para las relaciones con la Diáspora Vasca, Jokin Inchausti. Teníamos los despachos frente a frente, y frecuentemente me solicitaba colaboración para atender a los Centros Vascos. Pero, por imponderables de la vida, falleció; y en el propio funeral en Donosti, me indicaste que asumiera el tema de las relaciones con las Euskal Etxeak. Recuerdo que me dijiste “para tres o cuatro meses”. Pero parece que, entre tantos quehaceres de Lehendakari, olvidaste la asignación temporal indicada, y terminé con nombramiento de dedicación exclusiva a la “diáspora vasca” durante unos 23 años.

Debo confesarte que esta denominación no me pareció adecuada, pero comprendí que, a imitación del Lehendakari Aguirre que tantas veces expuso su reconocimiento público de la labor de los vascos, tanto de América como de Europa, deseabas no sólo que no se interrumpieran las relaciones con vascos residentes fuera de Euskadi, sino se estrecharan y se regularan con normativas de máximo rango.

La fragilidad de la memoria humana es causante frecuentemente del olvido de la gravedad de la situación socio-política por la atravesaba Euskadi y las consiguientes dificultades que contaste para dirigir el país: sin embargo la agresividad de ETA no impidió tu toma de decisiones: hoy deberían recordarse la importancia del Pacto de Ajuria Enea asumido por todos los partidos políticos, menos Herri Batasuna, y tu posterior Plan Ardanza; igualmente resaltables fueron las políticas que se aplicaron para la superación de la crisis económica, con un 24% de desempleo y como país de reducidas dimensiones, para afrontar el reto de las relaciones internaciones tanto en Europa, como en América.

Problemáticas hoy casi en olvido, a las que había que sumar, actualmente olvidadas como si no hubieran existido, las actitudes del Gobierno de España que desde sus embajadas ejercían su poder para impedir las relaciones exteriores de Euskadi, las entrevistas con los presidentes de países, la apertura de delegaciones y sus correspondientes cuentas bancarias, etc., etc.

El lehendakari Ardanza con el presidente Reagan en la Casa Blanca

A pesar de todos estos impedimentos, en tus años de gobierno se desarrolló una importante programación de viajes oficiales, de celebración de Semanas Vascas junto con las Euskal Etxeak, de acuerdos con diversas universidades americanas, de convenios con asociaciones empresariales, de promoción de empresas vascas y de entrevistas con las máximas autoridades de Argentina, Chile, Colombia, Cuba, Estados Unidos, México y el Vaticano, entre otros. Sí, Euskadi, como cualquier otro país, precisaba participar en el ámbito internacional, sin injerencias en las problemáticas locales, pero con verdadero espíritu de cumplimiento de los acuerdos suscritos y con un transformo real de solidaridad.

Con un espíritu de que los triunfos compartidos son más importantes que los simplemente individuales, me mandaste viajar a Cuba junto con uno grupo de inversionistas vascos. En esta ocasión conocí a personalidades cubanas de algo rango, como el Comandante Montaner, Osmani Cienfuegos, el historiador de La Habana Eusebio Leal Spengler, José Ramón gallego Fernández, etc.… Recuerdo como si fuera hoy la conversación que mantuve con el comandante Montaner en compañía con un secretario que tomaba nota de todos mis comentarios; y, al final, con la actitud de constancia en el trabajo, no injerencia en problemáticas ajenas y la  honradez vasca, llegué a indicarle que no pertenecía a su sector ideológico y que nunca me entrevistaría con sus opositores, a lo que Montaner me respondió: “Queremos trabajar con el Gobierno Vasco”.

Posteriormente se organizaron las dos oportunidades de encuentros con Fidel Castro. En tus memorias en euskera Euskadi Bihotzean (Euskadi en el corazón), comentas cómo en una de ellas Fidel te expuso sus críticas al gobierno norteamericano, lo que no te impidió que tú le correspondieras con el agradecimiento que los vascos le debemos a USA, lo cual no conllevó a una ruptura de relaciones, como le ocurrió a Paco Igartua.

Sí, considero que a los políticos cubanos les llamó la atención tu honestidad en los comentarios personales y en la actitud política de colaboración en proyectos de interés común. Otra muestra de esta tu seriedad política fue la actitud que tuviste de invitar a una de las cenas con Fidel al agregado comercial de la Embajada española dentro de la comitiva vasca. Con una actitud opuesta a la del Gobierno de España respecto nuestros viajes oficiales, no solo le incluiste en tu equipo, sino que aprovechaste su presencia para anunciar que a tu regreso a Euskadi conversarías con el ministro español de Asuntos Exteriores, Abel Matutes, para exponerle que sería bueno que se normalizaran las relaciones cubano-españolas y que a tal fin el paso previo podría ser el nombramiento de un embajador. A etas actitudes políticas, Fidel Castro te correspondió con aquella inolvidable frase de «¡Qué no serían ustedes capaces de hacer con paz!».

Estas tus actitudes políticas y la ayuda de representantes de las Euskal Etxeak y de significativas personalidades de otros vascos residentes en el ámbito internacional posibilitaron tus entrevistas con presidentes como Reagan, de USA, Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, de México; Sanguinetti de Uruguay; Patricio Alwyn,

Eduardo Frei y Ricardo Lagos, de Chile; Fernando Henrique Cardoso, de Brasil; Raul Alfonsín y Carlos Menen, de Argentina; Rafael Caldera, de Venezuela, y Aristóbulo Isturiz, alcalde de Caracas; Ernesto Samper, de Colombia, entre otros.

Pero junto estas entrevistan es igualmente resaltable que en tus 14 años de lehendakari se promovió la Ley 8/1994, de 27 de mayo, que el Parlamento Vasco para regulación de relaciones con las colectividades y centros vascos en el exterior de la Comunidad Autónoma del País Vasco, se creó la Secretaria General de Acción Exterior y la Dirección de Relaciones con las Colectividades Vascas y Cooperación al Desarrollo, las emisiones de la televisión vasca ETB SAT para Europa y diversas zonas de América, el primer Acuerdo de un gobierno subestatal con Organismos de Naciones Unidas, el Congreso Mundial de las Colectividades Vascas, que se celebra cada cuatro años, a cuyas dos primeras asistió D. Francisco Igartua (Paco) por la invitación que personalmente le cursaste, el programa GAZTEMUNDU (programa de formación de jóvenes de las Euskal Etxeak), etc.…

Querido Lehendakari: estos días muchos vascos te recordarán muy afectuosamente. Son muchos quienes puedan recordar la importante gestión que realizaste a pesar de las contrariedades con que contabas. Yo he querido rememorar algunos aspectos históricos referentes a tu presencia en el ámbito internacional y tus relaciones con la Diáspora Vasca. Gracias a las políticas que se desarrollaron en los 14 años de lehendakari, y con la ayuda de vascos en el exterior de Euskadi, hoy esta nuestra querida Euskadi es más y mejor conocida y reconocida en el ámbito internacional. Termino estos mis recuerdos con verdadera pena por tu fallecimiento, pero con verdaderos sentimientos de honor de haber participado en tu equipo.

Y como tu escrito del pasado mes de septiembre, envío mis recuerdos a la Hermandad Nuestra Señora de Aránzazu que con tanto afecto te recuerda, con la esperanza de que sus jóvenes puedan proseguir trabajando por las relaciones vasco-peruanas como lo han hechos sus predecesores durante 400 años.


El lehendakari que se necesitaba

Luis Javier Pérez

Cuando el lehendakari Ardanza asumió el cargo en 1985, la Comunidad Autónoma del País Vasco (CAPV), se encontraba en una situación de profunda crisis económica, política y social. No podemos olvidar que el Gobierno Vasco volvió a existir en 1980, después de 40 años de dictadura. 

Una triple crisis  

En lo económico, la crisis era de una gravedad extrema. Se salía de una dictadura «extractiva» que privatizó los beneficios, nacionalizó las pérdidas e impidió la modernización del tejido productivo. Todo eso dio lugar a que, cuando estalló la crisis de finales de los años 70 del pasado siglo, buena parte del tejido industrial vasco colapsara. Como indicador de la situación, baste recordar que el paro en la CAPV era del 24% y superaba el 50% entre los jóvenes menores de 24 años. Los sectores tradicionales de la economía vasca, que le dieron riqueza y desarrollo económico durante 100 años, el siderometalúrgico y el naval, no soportaron la crisis y vieron que grandes empresas de miles de trabajadores, iban desapareciendo y con ellas todo el sector de empresa auxiliar que habían vivido a su sombra. 

Ruinas del Astillero Euskalduna situado en el centro de Bilbao y que durante un siglo fue uno de los orgullos de la industria vasca

En lo social, los niveles de paro, la falta de servicios, la inexistencia de una red de protección social para los más desfavorecidos por la crisis, todo ello herencia directa del franquismo, tenían como consecuencia una sociedad desequilibrada y desprotegida que veía con profundo pesimismo el futuro. A eso había que sumar las consecuencias de la violencia de ETA, que con sus campañas terroristas alejaron la inversión y convirtieron la imagen de país en un estereotipo de violencia e inseguridad. 

En lo político, en lehendakari Ardanza asumió el cargo tras la ruptura del partido hegemónico, EAJ-PNV. Lo que propició un cambio de gobierno. Él no quería ser lehendakari, pero asumió el cargo en base a la disciplina que le debía a su partido y su compromiso con la sociedad.  

Apenas hacia 4 años, en 1981, que se había recuperado el Concierto Económico para los territorios de Bizkaia y Gipuzkoa, de forma que la CAPV volvía a tener el control de sus impuestos y autonomía financiera. Algunos piensan que desde el Estado se accedió a ello convencidos de que, con la crisis económica e industrial vasca, el Concierto Económico iba a ser un lastre que impediría un desarrollo del autogobierno vasco. Se asegura que los catalanes rechazaron un método similar de financiación, convencidos de que era “un mal negocio”. 

Trabajo e iniciativas claves contra la crisis

Al lehendakari Ardanza le tocó liderar a las instituciones y a la sociedad en esa travesía del desierto hacia una “Tierra prometida” que no era otra cosa que una sociedad vasca cohesionada, en paz, con un buen desarrollo social y económico.  

Fueron 14 años con unos gobiernos con un nivel técnico y político extraordinario. que pusieron los cimientos sobre los que se basa la sociedad vasca actual.  

La base de la riqueza de los vascos había desparecido. Las minas de hierro se habían agotado, los altos hornos, las fundiciones, los astilleros… todo eso desaparecía porque no podían competir con el desarrollo que estaba teniendo en extremo oriente. Teníamos el peligro de volver a la situación anterior a mediados del siglo XIX. Cuando el país era pobre y nuestros jóvenes tenían que emigrar a Madrid, a América o incluso a Australia. Algo que se hizo hasta los años 70. 

La riqueza en el País Vasco hoy proviene de una fina capa de tierra fértil que se ha ido formando a lo largo de los dos últimos siglos. Esa capa que fertilidad económica que se formó gracias al comercio, el mineral de hierro y, sobre todo, al espíritu emprendedor de la sociedad vasca, ahora se alimenta de unos recursos muy diferentes, el conocimiento, la innovación, la competitividad y la formación de las personas. Aunque el rasgo común, el común denominador que se mantiene y que da continuidad, es el espíritu emprendedor de la sociedad vasca. 

Sin estos elementos el sustrato en el que se basa nuestro bienestar desaparecería y con ello todo lo que ahora para michos parecer una constante inamovible: la existencia de una sociedad vasca cohesionada, en paz, con un buen desarrollo social y económico.  

Nada de eso está garantizado y las bases de todo eso se apuntalaron, con mucho esfuerzo, en los años del gobierno de Ardanza, bajo la dirección política del PNV. Un partido fundador de la Democracia Cristiana tras la Segunda Guerra Mundial y que desde su creación por Sabino Arana a finales del siglo XIX ha estado profundamente enraizado en la sociedad vasca. 

Un tiempo de cambios

La sociedad que se encontraron aquellos gobiernos estaba en crisis y lo que es peor, con todas sus estructuras o por hacer o profundamente degradadas. 

Había que recuperar una estructura administrativa a la vez que se daban soluciones viables y con criterio a los infinitos problemas de aquella sociedad enferma. Enferma, pero con la inercia de los tiempos en que era una economía poderosa. Una inercia aprovechada en vez de despilfarrarse. 

Fue el tiempo de las políticas industriales vascas para reconvertir el tejido industrial vasco a pesar de lo que se nos planteaba o se nos intentaba imponer desde Madrid. Fue el tiempo de poner en marcha iniciativas sociales que sirvieran para crear un país más justo y solidario en el que las personas fueran el centro de las políticas públicas.

Cuando se diseñaban políticas industriales en Euskadi, los ministros de industria del Gobierno del Reino de España, el socialista Solchaga, por ejemplo, afirmaba que «la mejor política industrial es la que no existe». La historia dio la razón a los consejeros vascos. 

Cuando se diseñaban políticas de protección social, la ministra del Reino de España de Asuntos Sociales, la socialista Matilde Fernández Sanz, decía que crear ayudas para los más desprotegidos era evitar que buscaran empleo. 

El Guggenheim Bilbao en obras
El Guggenheim Bilbao en obras

En aquellos años se construyó el Metro en Bilbao, se puso en marcha el proceso de transformación del Bilbao Metropolitano, se construyó el Guggenheim, se realizaron los proyectos constructivos de la Y Vasca, se diseñaron y desarrollaron planes de carreteras, de agricultura, de cultura, de deportes, de protección social, de medio ambiente.  

Inauguración de Metro Bilbao por el lehendakari Ardanza y por el ya Diputado General de Bizkaia Josu Bergara (situado a su derecha y que fue consejero de Transportes y Obras públicas durante su construccion)

En definitiva, se le dio la vuelta la CAPV como a un calcetín. Es famosa la frase de un socialista andaluz, Alfonso Guerra, que aseguró que, tras el paso de los socialistas por el gobierno del Reino de España, «A España no la iba a conocer ni la madre que le parió». Se equivocó, eso es lo que le paso a Euzkadi. 

Todo ello a pesar de que los Fondos de Cohesión Europeos llegaron con cuentagotas, y la construcción de una infraestructura clave para el futuro de nuestro país, la Y Vasca, quedo relegada gracias a una pinza entre los responsables de su construcción, el Gobierno del Reino de España, y las actuaciones de la banda terrorista ETA. Aun no se ha finalizado. Eso implica que mientras que ahora se tarda en alta velocidad entre Hendaya y París, unos 800 km., 4:35 minutos. Como la Y Vasca a cumula un retraso de una docena de años y aún no está operativa, el viaje en tren ente Bilbao y Donostia, en la red de ferrocarriles que “vertebran” el Reino de España y lo unen con Europa, dura 5:35 horas, cuando un autobús tarda 1:35 horas. 

Tuve la suerte de estar 4 años en aquel gobierno a las órdenes de Josu Bergara, el consejero de Transportes y Obras Públicas, antes de acompañarle a la Diputación de Bizkaia, cuando fue elegido Diputado General (presidente del Gobierno de Bizkaia), para integrarme en el equipo de la Hacienda Foral por 8 años. Fueron tiempos de mucho trabajo, pero de grandes satisfacciones, porque pude participar en primera persona en ese cambio casi milagroso que ha vivido nuestro país. Una época inolvidable para mí. 

El papel del lehendakari

José Antonio Ardanza es una de las causas y explicaciones de esa transformación, y la explicación de que la mayor parte de los proyectos que se plantearon ahora son una realidad. Al menos los que han dependido de las administraciones o de la sociedad vasca. Desde el Puerto exterior de Bilbao hasta la red de carreteras del País Vasco, o el Salario Social. Supo rodearse de los mejores. Dicen que los gobernantes inteligentes se rodean de colaboradores aún más inteligentes. Pues Ardanza lo debía ser mucho, visto el nivel de las personas que formaron su equipo más cercano. 

También tuvo un papel clave en el proceso de pacificación del País Vasco. Intransigente ante toda violencia, puso en marcha un acuerdo histórico, el Pacto de Ajuria Enea, que reunió a todos los grupos políticos con representación en las instituciones de la CAPV, excepto a Herri Batasuna. En él se encontraban, junto a una condena inequívoca a todas las formas de violencia, el rechazo a las leyes de carácter especial, la necesidad de un diálogo sincero y abierto para la consecución de la paz y el derecho a defender todas las posiciones políticas desde la democracia y el respeto a los derechos humanos. Aunque en sí mismo este acuerdo logro acabar con la violencia, sentó las bases y los principios políticos y éticos sobre las que se construyó dicho proceso años después. 

Solo la cultura que el lehendakari Andanza supo sembrar en ese gobierno y en el conjunto de las instituciones explica que hoy contemos con la sociedad que contamos. Una cultura de planificación, compromiso y trabajo.

Agur eta Ohore Lehendakari

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