Monseñor Elorza, primer obispo de Moyobamba y pasionista vasco, va a ser nombrado Venerable de la Iglesia
Hoy es un día en el que nos sentimos especialmente felices y orgullosos. Es un día en el que la labor de los Pasionistas en la selva peruana recibe una bendición gloriosa. Es un día donde la labor de los Pasionistas vascos en este rincón del mundo es reconocida a través de uno de sus más insignes representantes.
Hoy uno de nuestros capellanes, el padre Antonio María Artola Arbiza C.P, nos ha informado, desde Bilbao, que a Monseñor Martín Fulgencio Elorza Legaristi, a Monseñor Elorza, vasco, pasionista, misionero en la Amazonía peruana y obispo de Moyobamba, la Iglesia Católica, y dentro de su proceso de beatificación, le va a nombrar Venerable.
Para nosotros como vascos en el Perú, como católicos, como admiradores de la labor pasionista en el Perú, y como administradores de los más de 400 años de historia y labor social de la Hermandad de Aránzazu de Lima, es una noticia que nos ha hecho muy felices.
Cuando en 2013 la Hermandad de Nuestra Señora de Aránzazu de Lima impulsó los actos internacionales del Centenario de la llegada de los 12 primeros Pasionistas vascos a la Amazonía peruana lo hizo por dos grandes razones.
- La primera, para poner en valor la labor ingente, y extraordinaria, que han realizado a lo largo de esos cien años, y que siguen realizando, la Comunidad Pasionista ente los habitantes de esa parte de Perú.
- La segunda, fue la de recordar y homenajear al núcleo de hermanos que durante esos primeros cien años ha vertebrado esta comunidad religiosa que ha transformado la vida de los habitantes del Vicariato de Yurimaguas y de la Prelatura de Moyobamba. Nos referimos a los Pasionistas vascos que trasplantaron lo mejor de los valores comunitarios vascos a esta parte del mundo.
No sabemos si un retoño del Árbol de Gernika, el roble que representa el amor por la libertad, la igualdad y la justicia entre los vascos, sería capaz de arraigar con fuerza en mitad de esa selva. Pero lo que sí tenemos claro es que los Pasionistas vascos, desde aquellos 12 primeros misioneros que llegaron Perú en 1913, han sembrado con su obra esos valores en nuestras tierras amazónicas. Los han sembrado y los han alimentado con su compromiso, su esfuerzo, e incluso sus vidas, para conseguir que crezcan fuertes y robustos en las tierras donde se asentaron.
Estos jóvenes vascos, estamos convencidos, llegaron con la idea clara de que su misión era la de «convertir salvajes», la de «salvar almas». Pero pronto se dieron cuenta de que su verdadera misión era la de colaborar en la creación de una sociedad más justa, donde las personas más humildes de aquella selva pudieran tener atención médica, educación, derechos civiles, vivienda… y que, en general, fueran reconocidos y respetados como ciudadanos. Todo ello sin olvidar, ni un momento, su labor pastoral. Es más, estamos seguros de que eran conscientes de que toda su labor social era una parte fundamental de esa labor pastoral.
Eso lo entendieron, y lo practicaron, desde su llegada, con el fuerte impulso y respaldo que significó para este trabajo, 50 años después, el Concilio Vaticano II, donde participaron activamente.
Eran vascos. Eran jóvenes vascos nacidos en familias de agricultores, pescadores, trabajadores… Provenían de una sociedad donde lo «comunitario», es un valor esencial. No eran de los de «regalar peces», ni creían en la «caridad otorgada». Eran de los de «enseñar a pescar», porque se sentían cercanos, hermanos en el origen y en las situaciones, de aquellos que vivían en el lugar donde el Papa les había enviado a realizar su labor.
Incluso fueron de los que tuvieron que aprender para poder enseñar. Aprender a fabricar tejas y ladrillos, a construir carreteras, embarcaciones, edificios, talleres, escuelas… Pusieron en marcha enfermerías, hospitales, imprentas, radios y tv… Toda su energía, y era mucha vistos los resultados, se dedicó a una misión fundamental: mejorar la vida de aquellas gentes, dotándolas de recursos y de autonomía como personas y como comunidad.
No fueron, además, con el objetivo de convertirse en imprescindibles. Su misión, su voluntad, no era convertirse en dirigentes, sino en colaboradores. Uno de sus objetivos principales fue formar personas que ayudaran a crear una sociedad capaz de gestionarse a sí misma. Por eso hoy, cuando la comunidad pasionista vasca se está reduciendo en la Amazonia peruana, el futuro y la continuidad de su trabajo está garantizado. Son los propios habitantes de estas tierras, los que pueden tomar ese timón de la obra que se inició en 1913.
Difundiendo la labor de los misioneros vascos en el Perú y en el mundo
Como hermandad de vascos en el Perú, hemos prestado mucha atención a los pasionistas vascos en nuestro país desde su llegada. Lo hicimos apoyando su labor, organizando su centenario, y en colaboración con al Asociación Euskadi Munduan, y su blog aboutbaseucountry.eus, difundiendo su labor, su historia y sus logros. Sumándonos al apoyo que han recibido siempre desde las instituciones vascas.
Nosotros hemos reivindicado a los Pasionistas vascos por cercanía y conocimiento, pero sabemos que su mismo compromiso y entrega ha sido compartido por las miles de vascas y de vascos que como misioneros llevaron lo mejor del «espíritu vasco» a todos los rincones del mundo. Convirtiéndose en una parte fundamental de la diáspora vasca.
Una labor de reivindicación de este trabajo inmenso, y muchas veces invisible, que hemos ayudado, y estamos orgullosos de ello, a visibilizar. Nos sentimos co-responsables de que estas vascas y vascos hayan ido adquiriendo un mayor protagonismo en los sucesivos «Días de la Diáspora vasca».
Monseñor Elorza
En 2019 recordamos el 120 aniversario del nacimiento de Monseñor Elorza, recogiendo dos libros sobre su vida y su obra.
El primero de ellos, Monseñor Martín Elorza, pasionista, fue escrito en 1978 por el padre Antonio María Artola Arbiza C.P. nos ofrece una biografía completa de la vida de Elorza desde su nacimiento en Elgeta, hasta su fallecimiento en Perú. Se trata de un documento mecanografiado que fue entregado por los Pasionistas a Julio Pablo Bazán para que lo incluyera en el archivo de la Hermandad de Nuestra Señora de Aranzazu de Lima – Limako Arantzazu Euzko Etxea. Del que compartimos una fotocopia de aquel original.
El segundo, que tiene mucha relación con la noticia que hoy compartimos, es el que historiador Oscar Álvarez-Gila preparó por encargo de los Padres Pasionistas y que se presentó en el Arzobispado de Lima, el 8 de diciembre de 1996, como la parte histórica que documentaba la vida del Mons. Elorza en su época episcopal de Moyobamba, en orden a la Introducción de su Causa de canonización. Para poder incluir esta biografía, que se envió a Roma, hubo que convertir los archivos guardados en una vieja versión de Word con más de 20 años a una versión actual, y realizar una nueva edición con un nuevo diseño general.
En ambos casos la labor de preparación y edición fue realizada por la Asociación Euskadi Munduan, que los compartió en su blog aboutbasquecountry.eus.
Del libro escrito por Artola se pueden resaltar, aparte de su labor biográfica de Monseñor Elorza, su valor como descripción histórica. En especial los capítulos dedicados a la llamada Guerra Civil y a los primeros años de la dictadura de Franco.
Nos cuentan, desde el punto de vista de un sacerdote pasionista, la situación vivida y el papel jugado por autoridades, y agrupaciones políticas y sociales durante estos años. Y nos muestran, con claridad, el compromiso de esta orden con su patria (y también nuestra), Euzkadi.
El libro dedica un capítulo completo a «Aita Patxi» el pasionista que fue alumno del Elorza y que como capellán de gudaris demostró un heroísmo y un compromiso que debería garantizarle el recuerdo permanente de los vascos, y el reconocimiento de la Iglesia. Él estuvo en los peores frentes de aquella guerra contra el monstruo totalitario que casi se come Europa. También estuvo en el Bombardeo de Gernika, que relata con detalle y precisión. Resaltando la presencia en la Villa foral de una gran cantidad de población flotante, incluyendo varios batallones del Ejercito de Euzkadi y hablando de miles de víctimas a la hora de relatar las consecuencias de aquel ataque.
Aquí los libros sobre Monseñor Elorza
Venerable de la Iglesia
Ese proceso de canonización iniciado con aquel libro del historiador Oscar Alvarez-Gila ha seguido su proceso desde 1996 hasta ahora. Un proceso que ha dado ya un primer resultado. La ya comentada decisión de la Iglesia Católica de nombrarle Venerable.
Un proceso en el que ha contribuido para su avance, impulsado con la llegada del Papa Francisco, nuestro recuerdo permanente a la persona y a la labor de Monseñor Elorza. Porque ese trabajo de reivindicación de su memoria y de difusión de su labor ha viajado hasta Roma para sumarse a su causa de beatificación. Algo de lo que nos sentimos muy orgullosos.
Como se recogía en el artículo escrito en aboutbasquecountry,eus en los 120 años de su nacimiento:
La figura de Martín Fulgencio Elorza Legaristi brilla por numerosas razones, por su compromiso y entrega, por su capacidad de trabajo y de organización, y por su férrea voluntad de cumplir con la misión y la responsabilidad que había adquirido.
Él fue un hombre con una visión religiosa conservadora, que le tocó vivir tiempos de grandes cambios. Tanto en su patria de nacimiento, Euzkadi, como en su patria de adopción, Perú. También le toco vivir tiempos de reflexión y cambio en la Iglesia Católica. Vivió el Concilio Vaticano II, como participante, con todo lo que ello supuso de cambio y de revolución en la Iglesia. Él no se sentía preparado para los grandes debates teológicos, pero sí propuso y defendió un cambio de calado en la forma en la que la Iglesia se relacionaba con los fieles: defendió el uso de las lenguas vernáculas por parte de la Iglesia.
Él era un vasco que vivió la persecución de su lengua, y era un misionero en el Amazonas. Por lo tanto, él sabía lo importante que era dirigirse a las personas en su propio idioma.
Hoy es un día feliz para nuestra Hermandad. La labor de un hombre, de un vasco, de un pasionista, de un misionero, de un hombre bueno, es reconocida. Nosotros nos sentimos parte de ello, como vascos, como miembros de la Hermandad y como participes, en lo que hemos podido, de las acciones que se han realizado para impulsar este reconocimiento por parte de la Iglesia.
Un reconocimiento que, como decíamos antes, no es sólo a él, sino a la labor de las miles y miles de personas vascas que salieron al mundo no a buscar un futuro mejor para ellos, sino para construir un futuro mejor para los demás.
A todas ellas, nuestro agradecimiento y nuestro homenaje en este día tan especial.